lunes, 7 de junio de 2010

Desexistiendo...


La vida me ha enseñado que no hay nada que sepa de verdad. Que puedo distinguir entre el blanco y el negro, pero que en realidad nada de lo que sabemos existe en realidad, no hay ni blanco ni negro ni ningún otro color intermedio.

No existen los colores ni los sabores...no existe nada de lo que sabemos que existe y; sin embargo, un pequeño aroma especial puede hacernos sentir algo tan profundo que a veces no imaginamos...

Pero no estoy yo aquí para hablar de algo tan profundo... Tampoco soy yo quién pueda describir en unas cuantas palabras el más puro sentimiento que, sin existir, provoca en cualquiera de nosotros una sacudida.... Esa sacudida que nos revuelve por dentro de arriba a abajo como si se tratara de la entrada al cielo o al infierno...

Desexistiendo me imagino a mí misma en el camino entre el cielo y el infierno, me imagino desexitiendo sin que nadie se dé cuenta, pues de mí aún perciben mi aroma que no existe, y mi imagen, que carece de colores. Mientras mi esencia viaja continuamente, del cielo al infierno, del verano al invierno, sin que nadie sea consciente, ni siquiera yo, excepto en mi imaginación...y todo esto, es posible con sólo un beso...
que ni siquiera existe...
ni su aroma...
ni su sabor...
ni los labios...
ni siquiera yo...
ni estas palabras...

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Escribo todo lo que hay aquí cuando la niebla se apodera de mi mente y se desata la poca cordura que me queda. Cuando me grita el silencio, rompiéndome los tímpanos, que murió el viento en algún lejano acantilado preso del dolor de la lluvia en sus párpados.

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