miércoles, 7 de septiembre de 2011

Un campo de dientes de león.

Le enseñaron los dientes.
Le mostraron las estrellas.
Le cantaron una improvisación.
Le dijeron guapa más de cien veces.

Y acabó por encaramarse al cristal de una botella, hasta haberla acabado más de mil veces.
Le dio por ir a la calle del olvido y entró en el bar de la desolación, se encontró allí el amor susurrando una vieja canción. Le pidió unas alas que le negó y saltó (sin alas) por la ventana de aquella taberna.
Aterrizó en un mar de huesos y dejó allí una cajita con incontables besos.
Corrió lejos sin piernas ni pies ni fuerzas hasta llegar a un laberinto.
Si sale de ahí encontrará la gasolina que necesita pa' volver a sentir...

jueves, 1 de septiembre de 2011

Que nadie me despierte....

Hoy no ha habido Luna, o al menos no ha venido a posarse en los cristales de mi ventana. Esta noche no ha sido eterna, no he soñado, no he sentido el roce de labios algunos.
Llevo unos días pensando en mi tiempo, lanzar todas las cajas por el cauce de algún río y saltar yo después ignorando el miedo a las alturas.
Estoy empezando a comprender lo que nunca pensé que comprendería, deseando una lobotomía en este cerebro que deja que me traicione el subconsciente. Comienzo a darme cuenta de los días y las noches están acabándose antes de tiempo. Tengo un reloj pegado al pecho que se esfuerza por marcar el tiempo hacia atrás. Tengo un reloj demasiado cerca de mi que quiere que acabe con esa heroína.
Canto en inglés y me despeño escaleras abajo, me quedo más lejos aún de mi llegada a la Luna.
Busco páginas cerradas y encuentro puertas vacías. Me duermo en cuadernos en blanco y me despierto en el suelo de esta habitación con vistas al mundo.
Me duelen los huesos de la espalda de no despertar.

No quiero que me pellizquen, si es una pesadilla, prefiero esto.

Ahora se alimenta de estrellas fugaces...

Ella es sólo una más, una "ella" más del montón.
Los días impares le da por destrozar su habitación y descomponer las palabras que un día compusieron su canción.
Ella se empeña en que la gente siga creyendo en el amor, mientras baila atada a la soledad.
Desfallece los días pares buscando por las noches un rayo de Sol, mientras se descompone en los bares. Le da por desnudarse en lugares ajenos y beberse los mares que otros diablos incendiaron, para que le quemen lengua y garganta.
Ella, se estremece con el ruido de una Harley y cuando el beso es sin color. Vive esperando a que vuelva el cometa Halley, allá por el año 86.
Cuentan de ella que tiene una alfombra rojo sangre y que duerme bajo un árbol sin hojas, dicen que un día perdió su color y ahora anda buscando de flor en flor....
Mientras otros hablan, ella cuenta verdades y se cree sus propias mentiras, a la vez que se despeña por su escalera a la Luna, hecha de cajones.

¿Cuándo remendaran sus cicatrices?
¿Cuanto tardará en secarse su corazón?
Preguntas de quienes no la conocen y no saben que tiene sangre embotellada, por si se le seca el corazón, e hilo y dedal en su baúl de los fracasos, por si se desgarra.

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Escribo todo lo que hay aquí cuando la niebla se apodera de mi mente y se desata la poca cordura que me queda. Cuando me grita el silencio, rompiéndome los tímpanos, que murió el viento en algún lejano acantilado preso del dolor de la lluvia en sus párpados.

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