jueves, 12 de enero de 2012

quizá...


con una sola mirada...
quizá sea sólo eso, con la más efímera de las miradas...que parece eterna en su parpadear...enloquezco y sonrío de camino a Nunca Jamás, conduciendo sin saber muy bien por dónde, temblando sin tener muy claro el porqué...
puede que sea la más pequeña de las caricias, o el roce de labios más sutil...pero me pierdo sin poder remediarlo, sin querer evitarlo...
quizá sea la más corta de las palabras o puede que la más larga, la más eterna...esa que me hace dormir sin necesidad de soñar...

puede que quizá sea como tal vez soñamos...

las-palabras-más-difíciles-de-pronunciar-tienen-su-efecto-sobre...

aquellas palabras más frías y cálidas y pálidas, aquellas palabras que alguien dijo una vez, sin querer, se cuelan hoy por debajo de mi puerta y se esconden en lo mullido de mi almohada...no me leas ni me escuches (dicen todas ellas a la vez)...y yo, empeñada en despensar...obedezco...
y entonces en un descuido, en algún suspiro de un llanto, las respiro (que es más que leer o escuchar) las respiro... y me hacen temblar....






...un-trocito-de-inmensidad.

The exit

Re-enloquecer es la única salida.
Dejar de darse por vencida -le dije-. Evitar los tramos secos del camino, saltar en mitad de los charcos. 


El final es siempre el primer paso del principio. +Inventemos el nuestro.+


Re-inventarse de dentro a fuera. 
Las flores del camino florecerán a tu paso -le susurré-.
Su sonrisa se empieza a vestir de color (de nuevo), con la Luna iluminando cada paso de este camino. 
¡Dos ruedas!


Re-empezarán.


+Te busqué tanto tiempo...+ le llegan palabras del destino...




Y qué si le apetece saltar por la ventana para probar sus alas?
Y qué si le da por caer en el suelo para probar a levantarse, sola esta vez?
Y qué si le da por no dormir hasta que la ilumine el Sol?
Y qué si decide que ya está bien de parecer y empieza a ser?
Y qué si se viste del color de su corazón?
Y qué si se desviste?
Y qué si empieza a agitarse y a gritar en su libertad?
Y qué si le da por romper los cristales de su prisión?
Y qué si le da por cantar a gritos dentro del coche?
Y qué si decide emborracharse para acordarse del desvelo?
Y qué si se compromete con la Luna de nuevo?
Y qué si le apetece sonreír de nuevo?

miércoles, 11 de enero de 2012

Carta de Despedida


Disculpa mis disculpas, las palabras tristes no suelen sentar muy bien.
Perdona mis "lo siento" que bajo el manto del invierno duelen más.
Pero limítate a escucharme, porque no volveré a repetirlo.

Te pido perdón por besarte a quemarropa y por hacer de cada roca en el camino una ilusión, y que fuera tuya esa ilusión. Perdón por engañarte y decirte que no me dolía, que eras tú quién partía.
Disculpa mis abrazos, quizá algunos intentaban ahogarte, quizá otros intentaban que te quedases allí para siempre. Nunca comprenderé la palabra siempre.
Lo siento por las caricias que quemaban y por los besos que dejaban cicatrices, el viento las irá mitigando hasta que desaparezcan y ni siquiera yo las recuerde, ni siquiera tú.

Perdóname también por quejarme al decir que perdía peso por ti, por fingir que mis huesos rotos eran culpa tuya, por pretender que tú me habías empujado por las escaleras cuando yo tropecé, tantas veces (torpe de mí), y por mis quemaduras y morados que no supe ocultar bien, perdóname también.

Perdóname por salir de casa sin ti, por acicalarme para otros, por tener amantes inexistentes, por parir hijos tontos, por gritar cuando les pegabas, por llorar cuando no tenía voz, por no saber aguantar los golpes, por ser débil, fea, tonta, imbécil, por ser una inútil y no saber cocinar, por tener la casa sucia y traer invitados, por no usar maquillaje o usarlo demasiado, por las faldas cortas cuando éramos novios, por acusarte de estar con otras, por hacerte beber demasiado (porque sino no habría forma de estar conmigo).

Te pido perdón por todo lo pasado.

Porque no volveré a pedirte perdón.






sábado, 7 de enero de 2012

Conversación entre un médico y aquel ángel caído

-Pregúntame cual es la causa de mi sonrisa.
+¿Para qué?
-Pregúntamelo.
+Está bien, ¿cuál es la causa de tu sonrisa?
-Me siento tan libre que lo soy.
+¿Eres libre?
-Libre y atada por siempre al amor
+Entonces no eres libre.
-Me siento libre...
+Pero si estás desgastada, tienes el corazón cansado de latir, ojeras, cada vez sobresalen más tus huesos y estás perdiendo fuerza en los brazos... Estás demasiado atada al amor, pequeña.
-Soy libre... El amor mueve las fronteras.
+Y es causa de suicidios.
-Los besos curan heridas.
+Es la saliva. Además miles de asesinatos pasionales demuestran que no es buena tanta dependencia.
-Eso es lo contrario al amor.
+Pero...
-Doctor, tengo el corazón fuerte ¿a que sí?

Lejos de Madrid

Me encanta la gente única, pero no única como somos todos, sino esa gente que sólo se deja llevar por sus principios más ocultos, será que hoy estoy bajo los efectos de un relajante muy fuerte o será el sonido de la música antigua la que me lleva a no dejar de exponer una letra tras otras como si de verdad formaran palabras que quisieran ser frases.

El caso es que la gente única, aquella con objetivos simples y mundanos como ver atardeceres o leer libros después de media noche me inspiran.
O quizá sea que me encanta imaginar lo que se esconde detrás de cada ventana que oculta una luz tenue, me hace pensar en que detrás de esa ventana con cortinas cobrizas se esconde una pareja que es capaz de mantener su completa soledad, escondido uno tras el último libro de neurociencia divulgativa  y el otro completamente alejado inmerso en el mundo de Macondo, con la única compañía de algún disco que compraron juntos. El uno lee bajo una luz blanquecina de bajo consumo y el otro bajo una luz más tenue que le recuerda a aquella con la que él imagina que escribían los escritores hace años.

La cuestión extraña que me convence de que debería vivir de noche es, que mientras todos descansan para el duro día, yo combato con la Luna las embestidas de los fantasmas melómanos que se empeñan en cantarme al oído aquellos cuentos de los trovadores más antiguos. Combatimos a capa y espada. Piel con piel. Intentando cada noche intentar llegar a una nube más alta mediante mi escalera de cajones. Pero de vez en cuando me entretienen los trovadores fantasmagóricos y me envuelvo en sus canciones pensando que ya habrá tiempo de llegar a la Luna, y me quedo a oír sus cantos. El problema que me acoge entre sus brazos entonces, es que no siempre traducen sus cantos a mi lengua y esos "entonces" me quedo mirándoles e imaginando las historias que me quieren enseñar. Esta noche me pasa eso y me viene a la cabeza una historia nueva.
Hay una "ella" que busca la libertad fuera de ella, busca escapar de otros, realmente (dice el trovador en la lengua actual inglesa, que poco o nada tiene que ver con él) -quizá sea parte de mis delirios-  she is the one. Y lo que ella busca son otras palabras que la convenzan de la infinidad de los versos, que últimamente se ven apartados de lo que ella cree, son mentes jóvenes. En su escapada en busca de la libertad encuentra un huerto cercado por alambres, pequeña jaula de judías, piensa sin saber realmente lo que piensa. Va cayendo el Sol, sube una pequeña montaña y ve como el Sol se aleja con un movimiento estático y sin decir adiós. Poco a poco la Luna va robando el color a las cosas y empieza a ver en tonos grises.
Ella piensa en los colores que ahora no puede apreciar, piensa en los mundo que ya comenzaba a imaginar cuando apenas había aprendido a multiplicar. Piensa mientras camina, a la vez que cae la noche. El viento le agita el pelo y se siente una Pocahontas en Europa. Le viene a la cabeza, junto con el viento la libertad que buscaba. Y la brisa de invierno le recuerda que es hora de volver a casa.
El trovador me mira sin que yo pueda llegar a verle del todo y dice algo en aquel idioma que hoy traducen mis delirios al inglés -between us-



Esta noche tampoco llegaré a la Luna.

Datos personales

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Escribo todo lo que hay aquí cuando la niebla se apodera de mi mente y se desata la poca cordura que me queda. Cuando me grita el silencio, rompiéndome los tímpanos, que murió el viento en algún lejano acantilado preso del dolor de la lluvia en sus párpados.

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