viernes, 6 de agosto de 2010

diario de la descordura...

Divagando llego a un lugar en el que no he estado antes, ni adiós ni hasta luego, me fui sin más.
Salté queriendo volar por la ventana y me encontré un trocito de mí misma descompuesto al revés en un cachito de carretera.

-Se vendió a 3x1- a veces oigo decir, y vuelvo a saltar, ahora sí puedo volar...

Me confío y le entrego mi cuerpo a la noche, creyendo que me lo devolverá tal y como estaba; pero las estrellas son traicioneras y dejan que mi cuerpo se pierda por ahí, en cualquier acera.
Y lo encuentro a la mañana siguiente, que no me quiere contar a dónde le llevó la noche, sólo me cuenta que le duelen los pies y que tiene la boca seca, que necesita beber.
Coge un poco de algún ron añejo, al que le faltan años y le sobra mucho de algún, y le da un trago, sin preguntarme si quiera, ya mi mente no está para estos trotes.
Pero a mi cuerpo aún le queda mucho por aguantar...
Pone música y baila con el corazón, puedo ver luciérnagas y mariposas...

-Las mejores cosas las hacemos sin pensar- dicen, que con el corazón...

Pero nadie habla de la mente, la conciencia solo sirve para lamentarse por lo que pudo haber sido y no fue, ya nadie habla de la mente. Pensarse las cosas dos veces sólo hará que te lamentes aún más cuando yerres.

Me entretengo viendo mi cuerpo bailar y sigo divagando...

Esos ojos...me miran fijamente...
Ahora soy yo la que va a saltar, y a unirme con el corazón, con el cuerpo, con el viento, con la fragilidad, con las palabras que emocionan, saltaré por la ventana...

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Escribo todo lo que hay aquí cuando la niebla se apodera de mi mente y se desata la poca cordura que me queda. Cuando me grita el silencio, rompiéndome los tímpanos, que murió el viento en algún lejano acantilado preso del dolor de la lluvia en sus párpados.

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