lunes, 3 de agosto de 2015

Ensayo de la rabia

Me lo has arrebatado todo.
Me has arrebatado a esa persona por la que yo daría la Luna y volaría al Sol.
Me la arrebataste hace tiempo y ahora quieres llevarte sus recuerdos y dejar la casa vacía, dejar a las fotos sin sentido, que parezcan marcos vacíos, que se mueran por dentro sus libros hasta que pierdan todo el sentido.
Te he suplicado, te he temido, te he enfrentado y he perdido.
Desde que te la llevaste se me rompieron por dentro los huesos y perdí el centro de gravedad, no sabía cómo mantenerme en pie sin ella. Me la quitaste sin mediar palabra, sin escuchar mis argumentos, sin que ella pudiera si quiera despedirse. El caso es que pasamos tanto tiempo juntos que no llegué a pensar que algún día podría desaparecer de mi lado, desaparecer sin más. Sé que ella sí lo pensaba, me guardaba en fotos, en libros, en cajas escondidas, recogía sus recuerdos de sábanas y viajes en cartas escritas para nadie.
Y te la llevaste sin dejarla escribir si quiera el final.
Te la llevaste.
Se fue.
Me dejó solo.
Sin ella no funcionaba el mundo.
Y ahora.
Ahora ¿quieres llevarte también sus recuerdos?
Ahora, ¿quieres llevarte sus libros? ¿quieres dejar sus marcos vacíos, sus cajas vacías?

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Escribo todo lo que hay aquí cuando la niebla se apodera de mi mente y se desata la poca cordura que me queda. Cuando me grita el silencio, rompiéndome los tímpanos, que murió el viento en algún lejano acantilado preso del dolor de la lluvia en sus párpados.

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