sábado, 22 de febrero de 2020

Hablemos de perder



El miedo me ha atenazado tantas veces. Tantas veces lo he sentido subir como una enredadera negra por mis pies hasta llegar a la nuca que, con el tiempo, aprendí a reconocerlo antes de que naciera.
Le puse nombre. Todo mi miedo nacía del miedo a perder.
Una vez que le pones nombre al miedo, éste se hace más pequeño.
Y aprendí a convivir con él. Sus enredaderas yo no tratan de asfixiarme, ahora me hacen cosquillas y solo a veces me arañan.

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Escribo todo lo que hay aquí cuando la niebla se apodera de mi mente y se desata la poca cordura que me queda. Cuando me grita el silencio, rompiéndome los tímpanos, que murió el viento en algún lejano acantilado preso del dolor de la lluvia en sus párpados.

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