miércoles, 26 de mayo de 2010

A veces respiramos verdadero polvo de estrellas....

Hace unos días he descubierto que si explotara una estrella diez veces más grande que el sol, a unos 30 años luz de distancia, a la tierra llegarían unos 20 microgramos por metro cuadrado, lo cuál es una mínima parte; pero es lo que me ha llevado a pensar que a veces respiramos verdadero polvo de estrellas...

Quizá es esa la chispa que necesitamos cuando ha ido mal el día y la luna no puede curar la amargura, cuando ni el sol ni el viento pueden llevarse lejos las penas y las gotas de lluvia no son capaces de arrastrar las lágrimas hasta algún mar lejano, puede que sea esa la solución, respirar profundamente y dejar que la magia del polvo de estrellas nos inunde.
Quizá es el polvo de estrellas lo que nos hace brillar con más fuerza cuando creemos que nada puede ir peor. Tal vez, y sólo tal vez, sea el polvo de estrellas el que te esté empujando ahora a no saltar por la ventana.

martes, 25 de mayo de 2010

Aquel día de aquella noche venció la Luna al Sol...


Cada noche escondía sus lágrimas con los verbos más confusos debajo del colchón, y se repetía una y otra vez que ella no era una princesa y que no notaría aquel guisante...
Se lo prometía cada noche, una y otra vez. Que no notaría el dolor...

Poco a poco, con el paso de los días el sol iba perdiendo el calor y los vientos su empuje; cada día que pasaba, las brisas se volvían más ausentes y los grados de alcohol inundaban sus venas...
Un día tras otro se aseguraba a sí misma que no era sus manos las que le permitían vivir, que no era aquella piel la que le hacía sentir, que no eran sus besos los que ansiaba, que no eran suyos aquellos agonizantes suspiros...

Cada ocaso rezaba sin saber ni ella misma a qué o a quién. Rezaba porque no hubiera más atardecer... Y después la luna le saludaba con una sonrisa indecisa.

Punto a punto repasaba cada detalle de aquella historia que habían escrito. Y cambiaba las comas de un lugar a otro sin orden, sólo por el anhelo del efecto mariposa...
-Quizá...
-Quién sabes si...
Y las volvía a cambiar otra vez.

Un día, el sol se escondió tras las nubes y la luna se dejó ver, pero ya no estaba aquella sonrisa... Aquel día se dio cuenta de que la noche no vendría al ver que aquel corazón, que apenas antes se mantenía vivo, había perdido antes del ocaso, todo latir.

Se despojó de sus pulso y con sus despojos se fue olvidando de cómo vivir...

Decisiones...

Por fin he decidido no decidirme y pulsar un botón al azar. He acabado aquí y por no volver a decidir aquí seguiré, sin tomar más decisiones que aquellas que mis manos lleven a cabo causa del automatismo aprendido de escribir todo lo que pienso(sin pensar)...Quién sabe cuánto tiempo serán capaces de guiar mis manos la atención por este teclado desgastado, quizá mi decisión de no decidir vaya poco a poco rindiéndose ante la decisión de seguir aquí un día más y entonces me vea empujada a una lucha interna entre decidir seguir o no decidir sin darme cuenta de que , en realidad, no decidir nada es decidir todo...

En principio esto es un principio, no empieza como los cuentos ni sabe nadie que destino tendrá, pero si que el camino serán las palabras, palabras que son sólo eso, palabras de una más. Y son a veces vacías y a veces sencillas; a veces, tan sólo, alucinaciones de una perdida...Aunque la mayoría de las veces, las palabras serán versos rotos, o ni siquiera eso, quizá, tan sólo, sucedáneos de besos, uy!, perdón, de versos...



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Escribo todo lo que hay aquí cuando la niebla se apodera de mi mente y se desata la poca cordura que me queda. Cuando me grita el silencio, rompiéndome los tímpanos, que murió el viento en algún lejano acantilado preso del dolor de la lluvia en sus párpados.

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