Que se te enreden las pesadillas en el pelo, en lugar de tus sueños.
Que se crucen en tu camino 13 gatos negro y ninguno se quede contigo.
Que en el último salto al vacío no puedas sentir el viento de libertad que agita los mares y las ramas de los árboles.
Y las palabras vacías que se cuelan en tu mente cada día, las que no corrompen nada, las palabras que no te hacen sentir, también son malas para ti.
Y las historias banales con final intrascendente.
Esas leyendas que olvidaron sus principios.
O como aquella historia que se perdió en el olvido de que quién la inventó...
Que pierdas los finales dementes, los versos oníricos de tu inconsciente.
Que transformes el desorden que guía tus pasos.
Que olvides volar en mitad de un salto.
Que no te encuentres en cualquier ciudad perdida.
Que entiendas el amor.
Que desfigures las musas por la razón.
Que te prohíban caminar por los tejados....
Que quiebre el tallo de aquella vieja flor.
Que no se salpiquen, nunca más, de tinta tus manos.
Que aprendas a besar como besan en las películas de acción.
Que la pluma olvide su sueño de volar, siempre, lejos de dónde está.
Que no llueva nunca más.
Que dejes escapar tus sueños a esconderse detrás de alguna nube, por encima de dónde tu puedes mirar. Y que te pases media vida buscando ese sueño (el que ya hace tiempo olvidaste, y que nunca sabrás encontrar). Y que el resto de tu vida, sin sueños, no te atrevas a dormir, a volar, a cantar, a llorar, a recordar ni olvidar...
Pero sé qué es lo mejor para ti.
Que te vuelvas loca. Loca por tus sueños. Y que en ellos te siga la locura (cerquita) por si se le ocurre a la razón prohibirte volar cuando caminas o llorar en los días de lluvia....