El mundo se está despedazando, la tierra pronto será agua y tú, pobre de ti, nunca aprenderás a nadar. En la última resistencia de tu agonía olvidarás por completo las frases que apuntaste en aquel viejo cuaderno, y que tanto te hacían soñar. Llegará un día en que empezarán a caer rayos al agua y entonces tu cuerpo ahogado se quemará por fuera. Pero no te preocupes, llegará al fondo del mar y seguirá su curso el resto del mundo.
Quizá haya un terremoto en tu ciudad y tu cuerpo acabe sepultado bajo las paredes que un día olían tan bien a pintura fresca. En ese instante de la catástrofe tu respiración se volverá difícil, y en el último estertor sólo podrás oír los latidos apagándose de tu corazón.
Pero no tienes porqué sentirte mal.
Hoy el sol brilla y las bombillas no te queman la piel.
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