domingo, 27 de febrero de 2011

Fase REM

Después de años en su busca, un día, de repente, cayó en un sueño del que ya nunca querría despertar.
Le costó menos entenderlo a él que a mí misma.
Siempre quise escapar a las ondas alfa y ahora sé que estoy atrapada en mi propia jaula.
Yo misma me encerré aquí y tiré la llave lejos, en un lugar al que él nunca podrá llegar, lejos de esta fase REM. Si él supiera que quiero volar lejos, en cualquier momento, él mismo me dejaría escapar aunque tuviera que desconectar su propio cerebro.
Entiende que estoy dentro de él, pero no quiere controlarme, y no quiere hacerme más grande, -sólo (quizá) más bonita, si cabe- dice su voz grave.
Yo me entretengo en el balanceo de la jaula y le cuento mis delirios que, aquí, dentro de su sueño, le parecen perfectos.
Ocurrió una vez que desaparecí, el despertó, yo que pensaba que aquello era eterno... Me pasé cientos de años esperando a que volviera a darme vida.
Me perdí su vida.
Y, hoy, ha vuelto, he vuelto, al principio no le reconocía, no me reconocí a mí misma, pero sí la jaula, esa jaula dorada, mi fase del día.
Le reconocí, rompió mi jaula y entró dentro -dijo que para quedarse- pero he vuelto a desaparecer...
Quizá me busque esta noche...






Permíteme sólo unos minutos y los estiraré cientos de noches.

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Escribo todo lo que hay aquí cuando la niebla se apodera de mi mente y se desata la poca cordura que me queda. Cuando me grita el silencio, rompiéndome los tímpanos, que murió el viento en algún lejano acantilado preso del dolor de la lluvia en sus párpados.

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