Le costó menos entenderlo a él que a mí misma.
Siempre quise escapar a las ondas alfa y ahora sé que estoy atrapada en mi propia jaula.
Yo misma me encerré aquí y tiré la llave lejos, en un lugar al que él nunca podrá llegar, lejos de esta fase REM. Si él supiera que quiero volar lejos, en cualquier momento, él mismo me dejaría escapar aunque tuviera que desconectar su propio cerebro.
Entiende que estoy dentro de él, pero no quiere controlarme, y no quiere hacerme más grande, -sólo (quizá) más bonita, si cabe- dice su voz grave.
Yo me entretengo en el balanceo de la jaula y le cuento mis delirios que, aquí, dentro de su sueño, le parecen perfectos.
Ocurrió una vez que desaparecí, el despertó, yo que pensaba que aquello era eterno... Me pasé cientos de años esperando a que volviera a darme vida.
Me perdí su vida.
Y, hoy, ha vuelto, he vuelto, al principio no le reconocía, no me reconocí a mí misma, pero sí la jaula, esa jaula dorada, mi fase del día.
Le reconocí, rompió mi jaula y entró dentro -dijo que para quedarse- pero he vuelto a desaparecer...
Quizá me busque esta noche...
Permíteme sólo unos minutos y los estiraré cientos de noches.
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