viernes, 5 de diciembre de 2014

Pretérito perfecto.

He saltado con el miedo a las alturas, igual que se canta desafinando.
He sentido a la vez euforia y desazón.
He sentido la felicidad más inmensa, al ver la vida nacer.
He pensado que nada podría provocarme taquicardias y paradas al mismo tiempo,
he fallado.
He saboreado los besos más dulces, bajo una gran tormenta, sintiendo a la vez miedo y seguridad.
He bailado con la Luna y con el Sol.
He soñado incluso debajo de las olas del mar.
He sentido la tristeza más inmensa pensando que nunca se atenuaría.
He reído hasta llorar,
he llorado hasta reír a carcajadas,
he hablado con una mirada
y he escuchado sin dejar de hablar.
He corrido muy rápido y saltado a un vacío con final,
he sonreído con una sonrisa,
he saboreado su piel,
he llorado con una mirada,
me he mojado bajo el paraguas y también encima de él,
he muerto de calor en invierno (y también he matado),
he robado caricias a contraluz
y he perseguido voces en la  oscuridad,
he flotado en un mar salado
y me he hundido entre sus brazos.
He besado.
He sido besada.
He sido amada.
He sido odiada.
He sido una y dos, y cientos de ellas.
Pero he sido, he hecho, he cantado, he llorado, reído, amado, odiado, he volado y he caído.
Pero he sido.

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Escribo todo lo que hay aquí cuando la niebla se apodera de mi mente y se desata la poca cordura que me queda. Cuando me grita el silencio, rompiéndome los tímpanos, que murió el viento en algún lejano acantilado preso del dolor de la lluvia en sus párpados.

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