Puede que entonces deje de escuchar el murmullo del mundo y me quede parada mirando esos ojos indefinidos y que entonces tú te acerques a mí, sin ser dueño de tus pasos, y me cojas entre tus brazos. Y puede que entonces yo me hunda en ti hasta escuchar el latido de tu corazón...
Y tal vez allí, en la estación, entre toda esa gente que viene y que va y que no sabe muy bien a dónde; puede que allí, sin que nadie nos mire, sin que nadie nos vea ni nos escuche, seamos el centro del mundo...
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