Allí estábamos, dos personas sin nada que perder, dos almas que anhelaban sólo más tiempo que vivir...
Dos cuerpos desangelados, cogidos de la mano temblando...
Congelando el viento con nuestro aliento, templando el otro cuerpo con nuestros besos...
En las horas de calor nos deshacíamos en cualquier rincón, nos fundíamos en los espacios que nos dejaba el viento que venía del Sol...
En las noches eternas convertíamos los quehaceres en deberes, nos comprometíamos a quedarnos en ese hueco para siempre.
Nos encontramos mintiendo cuando nos miramos a los ojos, cuando nos miramos de frente, comprendimos entonces que nos querríamos mentir siempre...
En los ocasos más tediosos discutíamos sobre el nihilismo, nos enfrentamos más de cien veces con la verdad de las almas, con la oscuridad más absoluta nos enfrentamos tú y yo....
Un día te rendiste, dejaste de discutir y te fuiste....
Yo me entregué entonces, a los mares más despiadados, en busca de castigo, por querer siempre perder tu cuerpo en cualquier esquina, por jugar al despiste con mi propia sombra....