Llegó primero la primavera con sus brisas de calor, con sus prisas al amor, llegó rompiendo los esquemas y las tempestades, y sin darnos cuenta, lo llenó todo de color.
Después vino el verano con sus promesas de infinito y sus luces cegadoras, trajo su viento fresco y pegajoso y sus luces de calor quemaron las incertidumbres que habían apresado los sueños viejos.
Al final, y sin avisar como siempre, entró el invierno. Se coló por las rendijas con las que antes jugó el sol y rompió las ventanas a medio arreglar del estío. Desaparecieron las luces de colores y el sepia del despertar. Quemó con su hielo las esperanzas que empezaban a brotar. Apagó del todo los sueños y nos dejó con las sábanas a medio atar, no pudimos escapar.
Fue sencillo y devastador nuestro ensayo del tiempo.
Primavera, verano y de repente el invierno fatal.
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