Sumérgete.
Mi cabeza está llena de letras que, a veces, ni entre ellas se entienden.
Otras veces, esas letras se me atragantan y no me salen las palabras.
Pero cuando escribo es distinto. Cuando escribo las letras se ordenan con una magia que solo conozco los días de tormenta y abismo, que solo aparece en los abrazos sinceros, en las caricias que me transparentan la piel.
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