sábado, 1 de noviembre de 2014

Locura mental transitoria.

Palabras y más palabras, las unas pisándose a las otras, uno escucha mientras la otra habla y luego será al revés, en medio alguna lágrima, siempre hay lágrimas en estos casos; y él diciéndole, no llores por favor. Mientras el dolor se infiltra por los poros de la piel y llega al bazo, que es dónde más duele.
Ella le mira a los ojos, y siente que le quiere, que no sabría cómo dejar de hacerlo y le ve tan guapo entre lágrimas (es una cosa suya, de ella, ver belleza en la tristeza más pura, en la desolación). Intenta hablar.
Pero no puede, las lágrimas se le atragantan.
Cierra los ojos y le besa.

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Escribo todo lo que hay aquí cuando la niebla se apodera de mi mente y se desata la poca cordura que me queda. Cuando me grita el silencio, rompiéndome los tímpanos, que murió el viento en algún lejano acantilado preso del dolor de la lluvia en sus párpados.

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